Anoche, fue noche de tragos inquietos y taciturnos,
te he descubierto como siempre acostumbrada,
y bien lo sabes, eres aquélla flor de incienso,
que se vio, de aquélla manera, siempre amada;
acostumbrada, a magnitudes reales y enormes,
silenciosa, grito de augurio y desgarradora muerte,
cariñoso veneno que no puedo dejar ni desperdiciar,
dejo libradas caricias huérfanas a su suerte;
caminos de histeria, árbol jóven y flor solitaria,
te has columpiado, a ellos te has encaramado,
y te balanceas sonriente, amante, y feliz,
hemos hecho de esto una incógnita siempre;
me has acostumbrado a una calma increíble,
te he regalado cien años de luz y bien sabes,
que todo ha quedado sepultado, inerte,
y ha de revivir allí, donde empieza el mundo;
quizá la soledad te demuestre el perfume,
¡oh flor de incienso qué es lo que has reclamado!
me has regalado cien caricias que murieron,
a dosis altas de amor te has mal acostumbrado;
el comienzo se reinventa en apariencias,
y esta alma ha cobrado sentido en la palabra,
una hoja de papel, me dará algo para sentir,
una pluma, dirá que pasará mañana;
anoche, fue noche de amargos venenos,
de inquietantes capuchas, de duendes perversos,
y bien sabes, te encontré adivinando el futuro,
cautivando a la luna, seduciendo al cielo;
y te abarqué, intenté encontrar tu sello,
ya no había costumbre, ya no había un sentido,
te has deshecho de aquélla maña despiadada,
de sentir la locura, de matar lo vivido;
cien cicatrices de cien distintos días,
de años que se fueron como agua entre los dedos,
de incertidumbre profunda en las sonrisas,
cien años de amor y de soledad perversos;
hay una inspiración, de pensamientos ordinarios,
y un llanto que acostumbrado, se deshizo del cielo,
ha caminado el gorrión, y voló a tierras tranquilas,
enfermó de dolor el búho, en soledad murió quieto;
y hubo silencio donde cantó la vieja alondra,
frío de fuego, vacío de espacio sideral en el mundo,
hoy se quema la felicidad en una fogata vikinga,
hoy renace la felicidad en mi corazón, y te confundo;
anoche, la noche se dibujó en adicciones apagadas,
y se prendió de la cortina el cuello de mi querida,
en mi guarida he probado el sabor del incienso,
tu perfume se perpetuó para morir en el intento;
un grillo cantor, se aproximó a la cuna de mis años,
y me preguntó: ¿cómo vives en soledad?,
no supe que decirle, y me aferré a los recuerdos,
y le contesté: amando, así se vive en soledad;
convertimos el diálogo en una realidad tangible,
nuestras voces quedaron tapadas por la oscuridad,
interrogué cauteloso: ¿has visto los milagros?
el viejo grillo: "he conocido algo mejor, la verdad";
"¿qué es la verdad? si estoy dolorido" pregunté,
pues me encontraba quisquilloso y angustiado,
"la verdad es el más grande, tu propia creencia",
el mensaje llegó, y me encontré asustado;
anoche, fue noche de charlas con un viejo grillo,
de sentir tus costumbres encarnadas en mi,
de sentir tu cuerpo presente en los cielos,
y de tu alma rondando por doquier, cerca de mi;
bien sabes que cien años volverán a pasar,
que la tardanza se hace fiel compañera,
quizá un mañana, de pureza vuelva para siempre,
y tras una mirada luminosa, una centella;
anoche tu esencia se posó para siempre en mis cortinas,
y dejé de lado mis noches de hadas y escuarzos,
descubrí cada perfume, cada silencio, cada luz,
en estos túneles, en soledad, amando;
y te sientas, o te paras sobre el cordón de mi vereda,
un río de ilusiones te complementa vivo,
aquéllos jóvenes árboles te remontan libre,
y me alegro, me alegro de estar vivo;
he sido capaz de amar, en silencio y encendido,
contrariamente a lo ordenado por mi creencia,
pero ya no cobra sentido en mi alma,
poco a poco, eso que muere se llama paciencia;
la lluvia del pasado, todo lo ha cubierto,
tristes llantos, en charcos gigantes patalean,
porque las almas se han separado esta tarde,
tristes se mojan, las hojas otoñales muertas;
el ayer se ha llevado lo que quedó de las sirenas,
tu holograma vivo, parado sobre mi vereda,
el recuerdo de la caricia que se esfumó vive,
alegre fue arrastrado por los ríos de la tierra;
la música de anoche, venenosa se ha largado,
silenciosa y aturdida la oscuridad ha muerto,
fue llevada entretenida a una orgía,
con la melancolía, el dolor y la tristeza;
ha capitulado, el cielo negro junto a la mesa,
y mis paredes proyectan tus facciones princesa,
el mañana será en su totalidad incompleto,
sin tí, será de humo, de yeso o quizá de cera;
ha capitulado, y no se termina la palabra,
estoy recostado sobre la calma del beso,
me siento acostumbrado aunque soy conciente,
soy conciente, y a veces soy perverso;
anoche, fue noche de escultural sentimiento,
apagada la vela iluminó tu simpleza,
vivió muerta el alma escondida en mis cajones,
y maldita y completa se dibujó tú belleza;
he medido el amor, en pocas ocasiones,
y fue cuando encontré mi reflejo en aquéllo,
anoche, fue noche de sentimientos encontrados,
anoche, fue noche de ruidosos silencios;
lo he medido, y con ello te compliqué la existencia,
querida mía, no has aparecido en puntas de pie,
la delicadeza del veneno de anoche fue superior,
necesito de tu alma, sólo que me deje ser;
anoche me despedí, de la mirada que te pertenece,
del color que me regaló, la alondra en su ardor,
del canto de un viejo grillo que me entendía,
de la noche, de su brillo, incluso de tú amor...
Sacha Grant.-