Con septiembre nació tu boca,
Silenciosa, fría,
Convertida en noche,
Perdida; y encontré tu vida,
Arropé un deseo,
Caminando, llorando, amando,
Odiando el “por qué”,
Pateando el cielo;
Sin entender el beso que encontré,
Cuando me mirabas tensa,
Y abrazabas la luz,
Que atravesaba la puerta,
Del corazón, de mi alma en guerra;
Dos caballos negros, largos días corrieron,
Buscando llevar,
Mis amados recuerdos,
A ti, mi suspirar; momentos de fuego,
De arder en el amor,
De mi soledad en tu pellejo,
En tu cuello, a lo lejos;
Que un destello quemó,
Alumbró mi silencio.
Aquel silencio, tu silencio,
Equivalencia de furor,
Y aquel rumor, esa esencia,
Que sin traición, alumbró,
Un futuro sin amor…
Tu, esa línea musical,
Melodía, extrañada, amoral,
Mataste timidez y creaste,
Un amor fantasmal, irónico,
Sentimiento crónico,
Ese grandioso amor armónico,
Que dejaste al marcharte;
Con esos ojos, mi alma manchaste,
Marcaste mi alma,
Que en calma, hoy muere,
Pierde tu silenciosa mirada,
Fantástica, sarcástica,
Mi amada, sobre dos corceles negros,
Atravesando mis infiernos,
Oscuros, sembrando deseos,
Creando rótulos, ficticios,
Perdido, en el limbo,
Círculo cerrado, armisticio,
Corrida de toros,
Salvoconducto a la ciudad de tus ojos.
Sacha Grant.-
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