Quisiera una mañana encontrarme dormido,
sobre astros descendientes y estrellas durmientes,
y aunque los segundos descubran los agujeros,
he de ser libre en medio del fuego de mi tierra...
Vences lo oscuro y clamas por mi desde el llano,
contemplas el alma del viajero que arriba,
yo canto, a la libertad del pensamiento y así,
crece el hombre, puedo verte y amar la vida...
¿Quién soy? O ¿Quién seré? En medio de ellos,
añorando el trago de una noche mágica,
eres guitarra, vida, un alma que se realiza,
eres voz de los ausentes, duras eternamente...
Y caigo, caemos desde lo alto de aquéllos días,
alas de ángeles que serpentean por los cielos,
planeo entre bosques de dimensiones gigantes,
me pierdo, con ganas de no encontrarme...
Y si es así, que he de vivir para contar,
el tiempo será aliado, en la búsqueda eterna,
la soledad será mi compañía en ese viaje,
volveré sólo para estar ahí, contigo siempre.
Se abren las ideas, los ruidos de una cabeza,
la claridad se mece sobre la silla del dolor,
crezco con saña, el alma se nutre de cenizas,
de recuerdos, que volverán con el amor...
¿Quieres tomar el tren? ¿Largarte de aquí?
tu esperanza, eres un mañana colmado,
llave de puertas que inspiran el corazón,
tu fe, dejas atrás la muerte del pasado.
Y quisieras encontrar la calma en el canto,
en un océano plagado de suaves poesías,
y quisiera entrelazarme contigo hasta el fin,
eres mi necesidad, mi vida, mi alegría...
Sacha Grant.
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